El brillante truco de los #deportistas de élite para lograr metas imposibles

Lunes 14 de Agosto del 2017

En un mundo donde las fábulas y las leyendas han caído en desuso, el deporte rellena a veces ese espacio fundamental para la épica, con sus héroes y sus hazañas, capaz de generar figuras y logros en los que buscar una inspiración, o ayudar a asentar, incluso, la identidad de toda una comunidad (no es baladí que una parte del deporte profesional se desarrolle en torno a selecciones nacionales).

Es difícil no emocionarse frente a remontadas imposibles, proezas inesperadas o la capacidad de superación y sufrimiento que son capaces de desplegar ciertos atletas. En el pasado, muchas de las grandes victorias se debían a la superioridad física de un individuo frente a sus competidores. En el presente, gracias a especialidades como la medicina, las diferencias entre los grandes deportistas y aquellos que son muy buenos se han visto reducidas. El triunfo ocurre a veces por ello más por la fortaleza mental de los primeros que por un punto superior de forma y preparación.

La minimización del ego para que el deportista sirva a una causa que considera como elevada puede ser una importante razón para su éxito

¿Cómo consiguen los mejores atletas esa cualidad para alcanzar lo que a veces parece irrealizable? En su libro ‘Peak Performance’ los especialistas en ‘coaching’, Brad Stulberg y Steve Magness, se plantearon esta misma duda. Tras entrevistar a diferentes deportistas de primer nivel los autores logran extraer una interesante conclusión.

Pensar a lo grande

Según Stulberg y Magness ciertas persona llegan a desarrollar una especie de fortaleza que les permite ir más allá de sus límites mentales y que sucede únicamente cuando encuentran un propósito que entienden como más elevado que su propia persona.

Foto: iStock.Foto: iStock.

Los autores enlazan el éxito de estas figuras con la así denominada autotranscendencia, un fenómeno que obliga a que el ego se minimice y el sujeto reniegue de sí mismo para servir a una causa. Para ahondar en cómo viven los atletas de élite esta sensación, veamos primero cómo funciona en algunas personas comunes, a través de un ejemplo extraído de la vida real.

Dominar el pánico

La periodista Cindy Lamothe cuenta en un artículo para ‘Quartz’ su experiencia personal con la autotrascendencia: “En julio de 2011, me encontré de repente arrastrándome a gatas por los pasillos de un avión mientras los pasajeros gritaban a mi alrededor. Estábamos en un vuelo que iba de España a los Estados Unidos y todos pensábamos que nuestra hora había llegado”.

La autotrascendencia destaca la importancia que tiene salir de uno mismo para llevar a cabo hazañas que de otro modo no serían posibles

El aeroplano había entrado en una zona de extremas turbulencias. Lamothe tuvo que salir apresuradamente del baño mientras las luces parpadeaban como en una película de terror y las bandejas de comida volaban por doquier.

“Me encontraba bloqueada por el pánico. Sentía como si este episodio de mi vida estuviera sucediendo desde fuera de mi cuerpo”. En ese instante, una mujer joven lanzó un grito de terror clamando al cielo que no quería morir: “Me levanté del suelo y cogí sus manos entre mis frías palmas. Con una voz firme y calmada, le dije que todo iba a salir bien. Y continué repitiéndoselo hasta que el avión dejó de moverse”.

Amenazas que son retos

Cuenta Lamothe que la minimización de lo que a ella le pasara, ante la importancia de ofrecer un servicio fundamental a otra persona que lo necesitaba fue lo que le permitió actuar y llevar a cabo un movimiento que de otro modo no hubiera sido posible. La autotrascendencia se ha entendido siempre como una característica compleja de la personalidad que permite al individuo contemplarse como una parte del universo y aceptar mejor la ambigüedad y la incertidumbre. Como señala Lamothe, la novedad adaptada al campo del deporte de élite consiste en señalar que esta cualidad no se limita solo a ayudar a los demás según un propósito altruista, sino que se aplica también a los casos en los que se persigue un ideal que se estima como sublime.

Foto: iStock.Foto: iStock.

Stulberg y Magness hacen referencia en su libro a un estudio publicado en ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ en el que un grupo de investigadores realizaron diferentes resonancias magnéticas para entender lo que ocurría en el cerebro de ciertas personas a las que se les presentaban mensajes intimidatorios.

El estudio arrojó una sorprendente conclusión. Algunos de los individuos no solo no se amedrentaban ante estos desafíos sino que la parte del cerebro asociada con “valoraciones positivas” se veía estimulada. Aunque pueda parecer paradójico, en vez de protegerse, sus cerebros interpretaban los mensajes como un reto y no como una amenaza para su yo.

“La autotrascendencia no proviene del aire. Sino que sale de dentro de uno mismo”, señalan los autores en su libro. Ya sea, pues, para desarrollar un espíritu altruista auténtico o una capacidad de autosuperación encomiable, el fenómeno destaca la importancia que en determinados momentos de la vida tiene salir de uno mismo para llevar a cabo hazañas que de otro modo no serían posibles.

Fuente: http://ow.ly/sEMF30enXKD