Cómo prevenir la artritis reumatoide, una enfermedad incurable

Sábado 2 de Diciembre del 2017

Una investigación de la Universidad de Birmingham demuestra que podemos impedir el desarrollo del trastorno al tomar más el sol y cambiar nuestra alimentación

Foto: El dolor es un síntoma común. (iStock)

El dolor es un síntoma común. (iStock)

La artritis reumatoide, es decir, la inflamación persistente de las articulaciones, es una complicada realidad para al menos 200.000 personas en España, según recoge la guía para pacientes de la Sociedad Española de Reumatología (SER). Vivir con ella es posible siempre y cuando se haya realizado un diagnóstico temprano y así, mediante tratamiento, se consigan frenar los síntomas de una enfermedad que podría acabar con la articulación y deteriorar de forma considerable la calidad de vida.

Todo empieza con una sensación de rigidez en las articulaciones (sobre todo de manos y pies, pero también de codos, hombros, cuello, mandíbula, caderas, rodillas y tobillos) nada más despertarse. Este agarrotamiento matutino puede venir acompañado de cansancio, fiebre, pérdida de apetito y debilidad muscular, un cuadro que sugiere que en unas semanas, quizá meses, aparecerá el dolor y los signos de la inflamación, es decir, hinchazón, sensación de calor y enrojecimiento de las zonas comprometidas. A partir de aquí, la evolución del trastorno es muy variable, pero para la mayoría los síntomas progresan a lo largo de toda la vida. Es, por tanto, degenerativa, y suele afectar más a las mujeres.

Mantener un nivel suficiente de vitamina D puede ayudar a prevenir la aparición de enfermedades inflamatorias como la artritis reumatoide

Aunque se trate de una enfermedad conocida desde hace siglos, pues sus síntomas ya fueron descritos por los médicos de la antigüedad Hipócrates y Galeno mucho antes de su denominación oficial a principios del siglo XX, a día de hoy ni tiene cura ni se conocen con certeza sus causas. Sí sabemos que, al igual que otras enfermedades como las esclerosis o la fibromialgia, tiene un origen autoinmune: es causada por un fallo de nuestro sistema inmunitario que ataca por error a las células del propio organismo. Y este fallo, como apuntan cada vez más investigaciones, podría estar ocasionado por un cambio de nuestra flora intestinal.

Sea como fuere, cada vez se están destinando más recursos no solo a descubrir su cura en el laberinto microbiótico de nuestro intestino sino también a entender cómo prevenirla. Un estudio dirigido por la Universidad de Birmingham y publicado en el 'Journal of Autoimmunity' ha analizado cómo las células inmunes de la sangre en las articulaciones con artritis responden a la vitamina D, que principalmente sirve para permitir la absorción intestinal de calcio y fósforo.

La pieza que falta del rompecabezas

Partiendo desde la base de que las personas con artritis reumatoide suelen presentar un nivel bajo de esta vitamina y que esta tiene propiedades antiinflamatorias, los expertos encontraron que los tejidos enfermos no respondían a la sustancia, pero sí lo hicieron los sanos. ¿Qué significa esto? Que la sustancia podría ser efectiva para impedir el desarrollo del trastorno y que se necesitarían cantidades mucho mayores para tratarlo. “Nuestra investigación demuestra que mantener un nivel suficiente de vitamina D puede ayudar a prevenir la aparición de enfermedades inflamatorias, como la artritis reumatoide. Sin embargo, para los pacientes que ya la sufren, esos niveles podrían no ser suficientes”, resume la doctora Luisa Jeffery, coautora del informe.

El 10% de la vitamina D procede de la alimentación. (iStock)

El 10% de la vitamina D procede de la alimentación. (iStock)

“Esto se debe a que las células de los pacientes con artritis están más ocupadas con la inflamación y, por lo tanto, es menos probable que cambien, a pesar de que tienen toda la maquinaria necesaria para responder a la vitamina D. La cantidad que se requiere para combatir la enfermedad es la pieza que nos falta del rompecabezas. Intuimos que no va a ser la misma que se necesita para prevenir el raquitismo”, señala otro de los coautores del estudio, el profesor Martin Hewison.

Pese a que España es el país de Europa donde más horas de sol se disfrutan, la población suele tener bajos los niveles de vitamina D

Lo que sí aseguran sin titubeos es que los resultados van a tener implicaciones significativas para los británicos. Esto se debe a que el 90% de esta vitamina la generamos a través de un proceso tan simple como es tomar el sol. El 10% restante procede generalmente de alimentos como los huevos, el salmón o las sardinas. En este sentido, el Departamento de Salud británico está barajando aumentar la ingesta diaria recomendada de tres microgramos a 10, y así proteger a la población contra las afecciones óseas y musculares, sobre todo en invierno.

El problema es que en España, donde se disfrutan de muchas más horas de sol que en Reino Unido, la mayoría de la gente tiene unos niveles paradójicamente bajos de vitamina D. Precisamente los grupos que más necesitan de esta sustancia (bebés, ancianos y mujeres embarazadas) son los que más esconden su piel de los rayos bajo la creencia de que el sol es malo. Además de por confundir protección con ocultación total, el auge de la alimentación 'light' y las dietas pobres en grasas animales tampoco ha ayudado. Por eso (y por otras muchas razones), cada vez más médicos recomiendan no eliminar por completo la leche, la mantequilla, los huevos ni los pescados ni quesos grasos. A veces, incluso, no es tan fácil corregir estos niveles deficitarios, por lo que son necesarios los complementos si la persona está en uno de los grupos de riesgo.

Fuente: http://ow.ly/sr2l30gY0oX